jueves, 24 de marzo de 2011

Capitulo 34


Elisa y Luís están apunto de hacer el amor.
--¿Cuándo te tomaste la pastilla? No te vi.
Ella se le coloca encima, le besa el pecho a la vez que le saca la camisa. Le gusta perderse entre sus pezones, su vello.
--te amo, tanto.
Él jadea, está apunto de caer y eso es lo que quiera ella.
--la pastilla. Te tomaste la pastilla?
--no importa, por un día no pasa nada.
Luis le da un empujón y sale de debajo de la mujer:
--¿Qué te pasa?
Él la mira alterado y le pasa las pastillas:
--ni una sola vez.
Ella se le levanta coqueta y le dice:
--tengamos un hijo. Yo quiero que tengamos un hijo.
--un hijo?¡ ¿estás loca?
--¿Qué pasa? Estamos casados, nos amamos. Es la cosa más natural del mundo.
--¡¡¡que no Elisa, que yo no pienso tener un hijo tuyo¡
Ella lo mira muy triste. Él se da cuenta que ha dejado al descubierto sus verdaderos sentimientos y con un falso amor la acaricia y le dice:
--claro que me encantaría tener un hijo tuyo, pero no ahora. tengo mucho trabajo. Cuando la empresa sea ya la mejor, la numero 1 para que nuestro niño tenga lo mejor, para que pueda estar más por vosotros.
Con toda la dulzura que es capaz de fingir, el hombre sonríe mientras pone una pastilla en la mano de su esposa. Sonríe “enamorado” hasta que Elisa se la toma. Sonríe más tranquilo. Luego sí se desnuda ante la atenta mirada de su esposa y hacen el amor. Él actúa por obligación pero ella no se da cuenta. Ella es feliz ya que cree que el amor de su marido es 100 por cien sincero.

Yolanda y Juan se han evitado durante todo el día. Están encerrados cada uno en su cuarto atormentados sin dejar de pensar en el beso, en su beso. Les tiembla hasta la piel. Aunque están separados la pareja piensa el uno en el otro. Les tiembla hasta la piel. Se acarician el labio. Sus ojos se llenan de lágrimas. Y a solas se atreven a confesarse lo que no se confesaron entonces.
--te amo, te amo. Te amo Juan. Te amo como la primera vez.
--Te amo, te amo mi Yolanda. Mi niña linda. Me has hecho retroceder 30 años.
A pesar que ahora los dos saben que se aman y que son correspondidos.
--Me ama, me ama –dice ella con el sabor de los labios del otro en el suyo.
--ella me ama, me ama tanto como yo. La sentí temblar. La sentí tan mía. Es mía, mía –dice él con ternura.
Los dos saben que su amor les está prohibido. Yolanda se levanta. Se mira al espejo y se seca las lágrimas. Se mira su vientre que se empieza a abultar con culpa:
--¿¿Qué clase de mujer eres tú?¡¡¿es que no te da pena besarte con el padre de tu marido?¡¡¡es el abuelo de tu hijo¡¡
Ella misma se reprocha su comportamiento:
--¡¡se te debería caer la cara de la vergüenza¡¡¡¿Qué ejemplo le estás dando a tu hijo besándote de esa manera con su abuelo¡¡?
A los dos le atormenta la misma cosa. Juan padre se levanta de la cama. Se desnuda para darse una ducha fría con tal de olvidar sus malos pensamientos:
--¡¡tienes que bajarte esa calentura. Es una niña de 14 años. Justo el tiempo que hace que yo no estoy con una mujer¡¡
Se da una ducha fría para aclararse las ideas pero sabe que lo suyo no es un simple calentón, que no le vale cualquiera, que solo la quiere a ella.
--¡¡36 años, es 36 años menor que tú?¡¡¡está mal¡¡¡es un delito¡¡¡es algo abominable¡¡¡No le puedo hacer esto a mi hijo, no puedo¡¡¡
Yolanda está muy angustiada. Se siente más mujer, más deseada. Ese beso que le ha dado su suegro ha sido el momento más feliz de su vida, el momento en el que se ha sentido más plena a pesar que no lo quiere reconocer. Se seca las lágrimas con dureza.
--¡¡se acabó. No debo pensar más en ese hombre. Lo tengo que ver como a un padre¡¡¡Es mi padre. Mi padre¡¡
No deja de pensar en ese beso y su lado malo le repite una y otra vez:
--¡¡no es tu padre, no es tu padre¡¡¡¡es el hombre que te gusta, el hombre que tú amas¡¡
Pero su lado sensato le dice:
--¡¡tienes que luchar, esto es pecado. esta mal¡¡¡tienes que luchar contra esto que sientes y si se te quema la piel pues te la arrancas a tiras si es preciso pero no debes pesar más en ese hombre. No debes¡¡
Juan sale de la ducha y se tumba en la cama. Está sofocado y no deja de pensar en Yolanda.
--¿¿Qué te pasa?¡¡Le quieres robar la mujer a tu hijo?¡¡¡no puedes ser tan miserable¡¡
Se golpea el corazón con rabia y se exige:
--¡¡lucha, tienes que luchar contra esto insano que nunca debió nacer. No te debe gustar. No la debes amar. Está prohibido. Esa chica está prohibida. Tienes que enterrar tu corazón si es precioso pero no puedes pensar en ella. no puedes¡¡¡

Omar se encuentra en el vestíbulo del hotel y se sorprende al ver llegar a Félix. Se acerca a él molesto.
--¿¿Dónde estabas? Mi dijeron que saliste. Los otros ya fueron al ensayo. Yo me tuve que quedar para esperarte.
Félix tiene la cara iluminado:
--vengo de la Terminal de autocares.
--¿¿Qué?¡¡¡tú eres tonto o qué?¡¡ ¿y se puede saber qué se te perdió ahí?¡
--fue a acompañar a Marianela.
Omar no puede evitar el punzón de los celos:
--¿Marianela?
Ilusionado y enamorado, Félix le dice:
--¡¡si, ¿puedes creerlo?¡¡¡hizo un viaje tan largo sólo para verme, para pasar la noche conmigo¡¡
--¿¿¡vino solo para meterse en tu cama?¿para acostarse contigo?
--bueno, nos amamos.
Omar arde por la herida:
--así que se te regaló --dice con desprecio.
Molesto Félix dice:
--¡no, se me entregó por amor¡¡
--seguro que lo hace con cualquiera, que estuvo contigo por pena.
--¡¡pues no. Era virgen yo fui el primero¡¡
Omar se muere de rabia.
--¡¡eso no puede ser. Tiene 17 años. nadie es virgen a su edad¡¡¡te tomó el pelo y tú de tonto te lo crees¡
--¡yo lo comprobé¡¡
--¡por favor, si hasta ahora sólo has estado con Elisa¡¡¿Cómo sabes como se diferencia?
--lo sé –dice feliz-- y si tú hubieras estado alguna vez con alguna virgen pues lo sabrías.
Omar no dice nada pero se muere de la rabia.

Por su lado, Juan y Yolanda está desayunando juntos. LA cercanía de sus cuerpos los está matando. Están cerca pero a la vez se sienten tan lejos. Los dos están luchando contra un amor que no quieren sentir y eso los hace sufrir. Casi no se hablan. No se atreven a mirarse a los ojos.
--llegaré tarde, en estas semanas he descuidado mi trabajo. Pasaré todo el día en la oficina –dice el hombre triste pero seguro que refugiarse en el trabajo es la mejor solución.
Aunque a la joven le da pena no tener al hombre todo el día a su lado, se siente tranquila. Saber que cuanto menos lo veo más fácil le será luchar contra el amor.
--es lo mejor –dice ella.
Los dos se miran tristes. Ninguno hace ningún comentario pero los dos saben exactamente a lo que se refieren. Juan se levanta, se acerca a ella. Los dos desean ese beso. Ella lo mira con miedo y culpa lucha para no romper la promesa que se hizo así misma de luchar contra ese amor. Al ver la cara de la joven él recuerda que se tiene que apartar de ella.
--hasta la noche –dice tenso y en la distancia.
Se va. Antes de dejar el comedor mira la joven con tristeza. Al uno le duele la mirada del otro llena de dolor. Cuando se queda sola, Yolanda hace un esfuerzo por no llorar:
--¡¡no voy a llorar, no voy a llorar. eso es lo mejor. No puedo amar a ese hombre. No puedo¡¡
Juan entra en su coche. Golpea el volante con rabia.
--¿¿Por qué?¿porqué me tenía que pasar una cosa así?¿porqué ahora que me vuelvo a enamorar es de la mujer de mi hijo?¿porqué?
Juan maneja a toda prisa lleno de rabia y sin dejar de pensar en el beso que te dieron:
--juro que mi vida que la voy a olvidar. No la voy a amar. No puedo enamorarme de la mujer de mi hijo.
Yolanda camina por el jardín de la casa muy angustiada. Habla tocándose el vientre:
--te juro mi niño que no voy a hacer nada que te llene de vergüenza. Tu abuelo es un hombre prohibido para mi. No voy a sentir más estas cosas por él. Si no puedo amar a tu papá tampoco lo voy a amar a él. Tampoco.
Yolanda y Juan están unidos en sus pensamientos y en un mismo dolor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario